9 ago 2014

Estudiar aperturas y los modelos de jugadores.




La proliferación de torneos rápidos, o sea los que dan menos de 90 minutos por jugador por partida, han bajado mucho la calidad de las partidas pero no necesariamente el gusto por competir, además de que facilita a muchos el seguir jugando ajedrez. Lo que pasa es que en realidad es otro tipo de ajedrez muy diferente al del siglo XX y no deja de causar tristeza a los que jugamos más de tres décadas de ese siglo torneos y un poco de pena por los jugadores del siglo XXI que no conocerán mucho de lo interesante y creativa que era esa época.
Pero no quiero pasar por un seguidor de las coplas de Manrique, aquello de que todo tiempo pasado fue mejor, pues la época actual tiene muchas cosas fabulosas y me apena que muchos jugadores de mi generación que murieron a edad temprana no pudieron disfrutar del internet y su revolución en el ajedrez del siglo XXI, aunque si conocieron la revolución de ajedrez de los 70s, lo que los jóvenes jugadores de hoy pueden lamentarse no conocer.
El caso que en mis cinco décadas de competir en torneos y tratar personas destacadas del ajedrez del siglo XIX, siglo XX y ahora del siglo XXI me obliga un poco a dar testimonio de lo que he visto pasar.
Tuve el gusto de platicar con personas como Edward Lasker, con Carlos A. Palacio, testigos del ajedrez del inicio del siglo XX hasta su segunda mitad, lo mismo con Kasparov cuando aun no tenía el veinte años, o con Nakamura cuando era niño, pero he podido conversar con los maestros mexicanos desde el Coronel Araiza y Carlos Torre hasta Manuel León Hoyos, ya sin decir nada de Marcel Sisniega que prácticamente lo traté y trabaje con él a lo largo de toda su carrera ajedrecística.
Pero, volviendo al tema de los torneos rápidos, uno tiene que adaptarse a los tiempos y mantener la flexibilidad para jugar torneos clásicos unas dos o tres veces al año y una veintena de torneos rápidos con cierta calidad.  Eso significa casi tener dos repertorios de aperturas y dos programas de estudio, pues hay que estar preparado para dos tipos de ajedrez muy diferentes.
La Olimpíada de Tromso ha sido mucho más interesante que la gran mayoría de torneos de grandes maestros habituales que uno puede ver en Internet. Como se enfrentan jugadores con desbalances grandes en rating, los jugadores de “elite” que están acostumbrados a competir con los mismos oponentes diez o veinte veces al año, de repente se enfrentan a jugadores de estilos muy diferentes y muy peligrosos. Por eso no es de extrañar que Carlsen, Topalov, Nakamura, Caruana, puedan perder en la OIimpíada con jugadores con 100 o más rating menos que ellos. Carlsen puede perder más partidas en una sola Olimpíada que en diez torneos de “elite”.
Pero en lo que toca a las aperturas, los jugadores sólidos, los que no tratan de ganar en la apertura, usan casi el mismo repertorio para ajedrez de diversas velocidades y se las arreglan para sacar con blancas muy ligeras ventajas, pero suficientes como para “exprimir” el limón contra GMs y que parecen terremotos con jugadores de menos de 2600. Con negras se contentan con llegar a medios juegos jugables y con contrajuego y todo lo ponen al medio juego y el final, que se preparan de manera igual para torneos clásicos y rápidos.
Esos jugadores, como Carlsen y Kramnik, sobre todo este último, son excelentes modelos a seguir. Facilita mucho elegir las variantes el seguir un modelo, sobre todo si es tan académico como Kramnik que no juega a base de tratar de sorprender al otro en la apertura.
En los tiempos del ajedrez clásico la recomendación era, considerando usar solo el 20% del tiempo reservado para el estudio general del ajedrez para dedicarlo a los estudios de la apertura, el crear el repertorio en base a un análisis de uno mismo, pero ahora con tanto torneo rápido necesitaríamos duplicar el estudio de aperturas, pues una que nos sirve para el ajedrez clásico, en el rápido no funciona. Por ello para simplificar, se puede seguir un modelo como el de Kramnik, que evita sorpresas en la apertura.
Es cada vez más importante estudiar finales pues ahí se cosechan la mayor parte de los puntos. Carlsen lo sabe bien y más del 50% de su tiempo de estudio en ajedrez lo utiliza analizando finales y aún  así no falta quien le llegue a ganar finales con mínima ventaja, como lo hizo el GM alemán en la séptima ronda de la Olimpíada de Tromso.
Volviendo a Kramnik, no me cabe duda que es el jugador más destacado de la Olimpíada y en la séptima ronda le hizo mucha falta a su equipo, que encajó su primera derrota por equipos y corre riesgo de no quedar en los tres primeros lugares del evento, siendo el favorito según el rating. Azerbaiyán y Armenia están ahora como favoritos.
El GM Domínguez de Cuba logró un tremendo triunfo contra Mameryadov, siendo esta partida y la derrota de Carlsen, las notas sensacionales de la séptima ronda, además de la caída del equipo ruso.
Hoy curiosamente se estaban reuniendo los presidentes de Rusia y Azerbaiyán.
La próxima Olimpíada es en Bakú, y los azeríes quisieran inaugurarla con su equipo como defensor del título, pero seguramente no desean que el “ogro de Bakú, Kasparov, ahora croata, la inaugure como Presidente de la FIDE, aunque el hijo de su padrino Heydar Aliev, sea el actual mandatario de Azerbaiyán.