28 feb 2012

Una causa importante en malos resultados de niños en torneos.



Observando algunos torneos infantiles, me llamó mucho la atención que muchas de las derrotas que sufrían los niños no tenían que ver con su preparación en aperturas, medio juego o finales, sino que dependían de . la preparación psicológica.
He visto y escuchado una serie de historias de horror relacionadas con comportamiento intimidante de entrenadores y jugadores antes y durante las partidas, infracción de reglas, y otros ejemplos de actitudes  inmorales, no sólo de parte de los niños oponentes, sino también de parte de sus padres, entrenadores y jueces de torneo.
En un folleto de unas conferencias en Texas sobre ajedrez y educación había visto algunos relatos con ese tema y de los métodos que un entrenador tenía para preparar a sus pupilos a enfrentar tales contingencias.
También recuerdo como cuando jugué mis primeros torneos trató de molestarme un Maestro Nacional cada vez que me tocaba jugar con un niño de misma edad. Lo bueno es que prácticamente en unos meses después de jugar mi primer torneo tuve el gusto de ganarles frecuentemente a los dos.
Al papá prácticamente le estuve ganando partidas durante unos treinta años, aunque en dos ocasiones me venció, pero el score fue como de 20 a 1. Afortunadamente la gran mayoría de los torneos que jugué antes de cumplir los quince años fueron con adultos y no sufrí las intimidaciones que observo ahora.
Es difícil preparar a un niño psicológicamente contra ese tipo de obstáculos, sobre todo si también tiene que sufrir a jueces arbitrarios, pues es importante fomentar el respeto a las reglas y a los jueces que las vigilan.
Los adultos tenemos la obligación de sanar el ambiente, pues tener que llegar a los extremos, que es frecuente ver ahora en torneos infantiles, en que prácticamente se les aísla a los niños de padres y entrenadores, es terrible, sobre todo cuando es evidente que se hace eso para que alguien no haga trampas.
Además de que eso no evita que los niños sean victimas de que los molesten otros niños, el mensaje de que entre los adultos del medio del ajedrez hay tramposos, es sumamente nocivo para la formación de los niños.
Emplear algo del valioso tiempo de que disponen los entrenadores con sus alumnos en prepararlos psicológicamente para manejar las trampas que les pueden hacer en un torneo, también parece muy triste, pero quizás sea necesario.
Todo esto me recordó a un filme muy duro que se llama “¿Quién quiere ser millonario?”