25 oct 2010

¿Porqué a algunos grandes maestros los invitan a torneos internacionales y a otros no?




A través de las décadas se observa que algunos jugadores participaban frecuentemente en torneos de invitación y otros no. Ya desde los famosos torneos de Hastings de 1895 y los de San Petersburgo de 1909 y 1914 parecía misteriosa la manera de seleccionar los jugadores invitados. Muchos me preguntaban como fue que Carlos Torre logrará participar en los Torneos Internacionales de Marienbad, Baden-Baden, Moscú 1925 y el de Leningrado 1926. Cuando Carlos Torre viajó a Europa se ganó su lugar como representante de Norteamérica, junto a Frank J. Marshall, ya que había ganado el torneo de la Western Association que era virtualmente el Campeonato Abierto de los Estados Unidos. De hecho el nombre de Carlos Torre figura como el Campeón Nacional Abierto de los Estados Unidos de 1925, que no es lo mismo que Campeón Nacional de los Estados Unidos que ostentaba Marshall y que era disputado por matches. Así que cuando el Dr. Tarrasch, organizador alemán, ofreció dos lugares para su torneo internacional, un lugar fue dado a Torre. Ahora bien, Tarrasch invitó a campeones de varios países, pero también a su arbitrio y decisión invitaba a seis o siete jugadores de acuerdo a sus negociaciones. ¿Cómo pueden ser esas negociaciones?. Una puede ser por las exigencias económicas. Si quiero que el campeón del mundo participe, tengo que pagarle sus gastos y algún requerimiento, que puede variar, tanto por amistad como por sociedad mercantil. Si le garantizo que lo invitaré a tres torneos y que le pagaré unas cuatro exhibiciones de simultáneas, por el “paquete” completo puede negociarse condiciones mutuamente más favorables que si solo lo invito a un solo torneo.
¿Cómo se pagaron los viajes de Marshall y Torre a Europa? Por negociaciones entre los funcionarios del ajedrez de Estados Unidos y los de Alemania. Aparentemente los norteamericanos pagaron los pasajes en barco hasta Europa y los alemanes todos los gastos en su continente. De esa manera al organizador alemán le costaba lo mismo que participase un jugador de España o Francia que uno de América, y se adicionaba el atractivo de contar con un jugador de un país lejano. De hecho para Tarrasch era muy bueno el lograr que jugadores del “exótico” país de México jugase un maestro, era como Canal de Perú y Capablanca de Cuba eran “taquilleros”. Ya la fama de Torre como el vencedor de fuertes torneos en Estados Unidos era bien promovida por la revista “American Chess Bulletin” muy leída en Europa y en la que el propio Torre era articulista de tiempo completo, por lo que era natural que su editor, Herman Helms aportase buena contribución para el viaje de Torre a “las Europas”. En ese tiempo, Torre apenas era conocido en México, su país de nacimiento de donde había salido su familia, por razones políticas, tras los golpes de estado de 1913, donde había sido asesinado el vicepresidente de la República José María Pino Suárez, amigo personal y colaborador del papá de Carlos Torre, Don Egidio Torre. De México nunca vendría apoyo para Torre sino hasta después de sus triunfos en Europa de 1925.
Ya en Alemania, Torre logró éxitos que le dieron fama y Capablanca y Tarrasch lo recomendaron para ser invitado al Torneo Internacional de Moscú de 1925 a Krylenko, quien tenía el poder para decidir a quien invitar o a quien no. Así que la invitación de Torre fue totalmente decisión de la voluntad del organizador. En esa época la Unión Soviética esta consolidando sus relaciones diplomáticas con México, enviando como primera embajadora de la URSS ante el gobierno revolucionario de México a Alexandra Kolontai, pero pienso que la participación de Torre en Moscú se vio poco beneficiada por ese hecho, pues Torre era, desde el punto de vista de formación de ajedrez y de trayectoria, un jugador de los Estados Unidos. Ya los periodistas soviéticos, con mayor orientación política, se dedicaron a resaltar la situación de mexicano de Torre, además de ser hijo y hermano de políticos revolucionarios que habían estado contra la dictadura de Díaz y que tenían una trayectoria de simpatizantes con la URSS. Incluso en la prensa soviética de 1925 se escribió como el padre de Torre, Don Egidio, líder masón en Yucatán, había criticado a la logia masónica “Hermes” de París, en que militaban muchos exiliados del Imperio Ruso contrarios al régimen de la URSS, por convertirse en un nido contra el desarrollo de la igualdad y la fraternidad que se promovían en la Unión Soviética. Jugadores prominentes como Ossip Bernstein y Alekhine llegaron a ser miembros de la Logía Hermes de París, así como muchos contrarrevolucionarios rusos.
El caso es que Torre les era simpático y útil políticamente para los organizadores soviéticos que lo trataron de tener el mayor tiempo posible invitado en la URSS, pero esa “simpatía” se la cobrarían muy cara los magnates norteamericanos que habían patrocinado su viaje a Europa, lo que a la larga ocasionase el fin de la carrera ajedrecística internacional de Torre. Después de sus grandes triunfos en Europa de 1925, su larga estancia en la URSS, Torre regresaría a Estados Unidos brevemente en 1926, para no regresar jamás al país donde había residido la mayor parte de su vida. Por supuesto no recibiría mas nunca invitaciones a torneos internacionales en Europa o Estados Unidos en 1926, aunque la URSS si lo quiso invitar en 1935, pero las gestiones no fructificaron debido a la mala salud que se observaba en Torre. En los años 30s, Torre sólo tuvo contacto con un gran maestro internacional, Ruben Fine, que lo juzgó normal, aunque como psicólogo luego escribió que era un misterio porque seguía fuera del medio internacional de ajedrez.
A pesar de la gran fama de Capablanca tras vencer a Marshall contundentemente en un match, el cubano logró sus primeras invitaciones a Europa de manera casual y arbitraria y sólo a través de algunas negociaciones. El organizar un evento internacional de ajedrez era un coto de poder muy especial y era como la repartición de un pastel que dependía de la voluntad absoluta de quien manejaba el cuchillo. Con cada persona se negociaba de manera distinta y había una multitud hambrienta de jugadores luchando por una invitación. Claro que la fama ayudaba, pero esta era controlado por columnistas, muchos de ellos jugadores competidores, por editores de revistas y por dirigentes de clubes, adinerados o pegados a un magnate, que repartían sus favores conforme a sus intereses.
Así que desde el Torneo Internacional de Londres de 1851, y si se quiere ir más atrás, desde el torneo en la corte de Felipe II, hay una persona que organiza y que de ella depende la viabilidad económica de jugar un torneo, adquiriendo así cierto poder especial sobre la vida y futuro de los jugadores de ajedrez. Ya desde el siglo XVI se dieron las condiciones para que se formasen dos grupos: mecenas y dirigentes del ajedrez y jugadores.
La cada vez creciente participación de instituciones gubernamentales parecieron al principio aflojar tal división, pero en la historia se ha demostrado que no es así totalmente. Si los resultados deportivos le han dado derechos a los campeones, a veces los dirigentes se encuentran enfrentados contra estos campeones que quieren defender derechos que los dirigentes no pueden otorgarles o quitarles, ya que son derivados de resultados en competencias, sino que requieren negociaciones.
Es por ello que es común en muchos países que el principal opositor de un dirigente del ajedrez sea el jugador más fuerte de la localidad y muchos campeones han pasado a ser, con el tiempo, organizadores ellos mismos, pues tras sufrir como jugadores el poder de los dirigentes, cuando ven mermadas sus posibilidades como competidores, pasan a querer ser dirigentes para seguir siendo vigentes en el medio ajedrecístico de su país, pues después de tener una posición eminente en su medio, no aceptan pasar a segundo plano, sino quieren ser dirigentes. Así pasó con el mismo Tarrasch, con Max Euwe que fue presidente de la FIDE, con muchos grandes maestros de la URSS, como Averbach y Krogius, que pasaron a dirigir sus federaciones, y en decenas de países excampeones nacionales como Mario Campos Y Armando Acevedo en México, pasaron a ser presidentes de Federación.
Muchos grandes jugadores no logran invitaciones, no debido a su rating sino a su manera de ser, inadecuada para algunos organizadores, pues no son capaces de negocias con ellos, con ventajas favorables para ambas partes. Muchos de los jugadores incluso contratan representantes para que les negocien condiciones, o se unen en grupos o “familias”, dicen que de ahí viene la palabra “mafia”.
Sólo examinando la historia del ajedrez organizado, de cómo se generaron los primeros torneos internacionales y surgió la FIDE y las diversas federaciones o confederaciones, uniones de clubes; de cómo se fueron creando los mecenazgos y las organizaciones de ajedrez, se puede entender que pasa en 2010 con la FIDE y la lucha de intereses.
Basta pensar en carreras como la de Carlos Torre y el mismo Capablanca con sus fallidos matches de revancha, para entender que el talento no es todo lo que manda en el ajedrez, y que la política y la negociación; las relaciones públicas y el “Elo simpatía” pesa más que el “Elo ajedrez”.