31 ago 2010

El talento en ajedrez no decide



Tras unas largas pláticas con la neurofisiologa Valentina Mikhailovna Yurtaeva, de la Universidad de Samara, en un trabajo conjunto para evaluar las teorías del decano de Psicología de la Universidad de Harvard, Dr. Steven Pinker, autor de “Como funciona el cerebro”, uno no deja de sorprenderse de lo poco que puede influir la “calidad” del cerebro en lograr la excelencia en cualquier disciplina, incluyendo el ajedrez. Es tan pequeña la parte del cerebro que se aprovecha, que un cerebro realmente defectuoso pero adecuadamente entrenado puede superar a un cerebro de lujo, pero no entrenado lo suficiente. Claro que cuando un cerebro de gran potencial es bien entrenado, no habrá obstáculo que no supere y alcanzará la excelencia sin duda.
Las pruebas de coeficiente intelectual (I.Q.) que muchas personas ven como algo definitivo para evaluar el potencial de una persona, realmente nada quieren decir y desmerecen ante pruebas de inteligencia emocional o ante la determinación de un individuo que desea realmente alcanzar una meta.
Es el carácter, la voluntad y la motivación factores más importantes que las capacidades cerebrales en si. Ahora que si uno lo quiere ver con amplitud de criterio, tanto el carácter, la voluntad y la motivación los puede uno incluir en aquello que nebulosamente se entiende por talento.
Pero según estudios de Valentina Mikhailovna, los grandes genios bien pudieran ser resultados de defectos cerebrales, como los avanz, que fuera de lo que dominan parecen ser como absortos y aislados de las personas, además de mostrar un subdesarrollo en otros areas. Muchas veces de niños son mal diagnosticados como autistas. Si esto fuera cierto, pudiéramos afirmar que la mitad de las personas que alcanzan la excelencia de alto nivel en algo, tienen una variedad del “autismo”. Tendríamos que incluir en la lista a Einstein, a Benjamin Franlin, a Picasso, a Miguel Angel, a Leonardo, a Goethe, a Schiller y a Pasternak, así como a Ilushin y Saharov; y los casos como San Antonio de Padua (o Lisboa) y a Ipatia de Alejandría, o su nemesis San Cirilo.
El caso es que cerebros estudiados como el de Botvinnik han sido comparados con los de seres mas bien mediocres y son pocas las diferencias encontradas. Se dice que Einstein poseía unas “células adicionales”, del mismo tipo de las observadas en los cerebros estudiados de otros científicos como Niels Bohr, Max Planck, Leo Szillard. Estas células además de lobulos frontales muy prominentes y desarrollados, así como signos fácilmente confundibles como autismo, son comunes en estos poseedores aparentemente de cerebros “con defecto”.
Cerebros normales y cerebros muy desarrollados, se desenvuelven en su camino hacia la excelencia de manera muy similar, así que esos términos como Avanz, Asperger, Autismo, super talento; en la práctica no tienen uso cuando uno entrena a un jugador. Los hay supuestamente talentosos que no logran avanzar en años y otros “normales” que llegan a grandes maestros en poco más de dos años de dedicarse con devoción a lograr tal logro.