26 abr 2010

Talento Infantil y turismo deportivo en ajedrez-


En los torneos infantiles se observa a una buena cantidad de niños con verdadero talento, vocación y dedicación para llegar a ser excelentes jugadores, pero se hace muy notoria la principal falla del ajedrez organizado en la Ciudad de México, la falta de capacitación de instructores. Abundan los buenos jugadores prácticos que brindan clases a los niños, pero la gran mayoría no tienen más que la posibilidad de transmitir sus propias experiencias de manera irregular, sin metodología. Los que se dedican a trabajar con los niveles iniciales del ajedrez infantil, son por lo general los que menos preparación tienen, ya que los que más se han autocapacitado se emplean entrenando a jugadores con rating mediano. De esta manera, entre los malos instructores a los infantiles les tocan los peores, ya que son los que les tocan en sus escuelas o barrios, siendo totalmente aleatorio el que topen con un entrenador o instructor malo o regular. Entonces la capacidad económica de los padres para pagar un buen entrenador particular es lo que hace la diferencia entre los avances de los niños, y es lo que hace la diferencia y no el talento. Se requiere que las organizaciones civiles hagan algo para cubrir la demanda de instructores capacitados, pero no se nota mucho interés. En cambio el turismo infantil deportivo prolifera alentando a los padres de los niños a que sus hijos viajen a torneos, torneítos y torneotes que supuestamente son mundiales, pero en realidad son torneos abiertos que se hacen por negocio. Antes un mundial juvenil era con la participación de unos 100 jugadores, todos fuertes y campeones nacionales, ahora los mundiales van por país el número que se quiera, con 100 o 200 jugadores locales muy lejos de tener calidad, y estos mundiales reúnen 1000 o 1500 jugadores de una veintena de países, con una fuerza nada de mundial y menor a la de los torneos abiertos mixtos, de adultos y jóvenes que un niño puede enfrentar en su propio país sin gastar los mil dólares por cabeza que mas o menos sangran al papá que cree que su hijo esta participando en un evento importante, cuando sólo es turismo deportivo que sólo dejara al niño la experiencia de conocer otro país, lo que pudo haber hecho la familia por su cuenta con la mitad de la inversión, sin caer en las garras de los vendedores de eventos “mundiales”. Por lo general las familias de los niños que participan en tres o cuatro festivales de estos, quedan lo suficientemente lesionadas económicamente como para dañar el desarrollo ulterior de los niños como jugadores por un tiempo suficiente como para que lleguen a la edad juvenil francamente retrasados respecto a otros niños que no viajaron tanto y escogieron una mejor manera de invertir el dinero dedicado al ajedrez. Desgraciadamente se da a los padres poca orientación a este respecto y organizadores y muchos entrenadores logran buenas ganancias de este tipo de turismo, por lo que no tienen interés de abrirles los ojos a los padres, sino que les conviene mantenerlos engañados o incluso fomentan el que caigan en la trampa. Lo mismo hacen con las autoridades deportivas gubernamentales, pues los del ajedrez les “•venden” la participación en eventos sin importancia para que patrocinen los viajes, sin tener congruencia con ningún plan de desarrollo del ajedrez en general. Como las autoridades del deporte no saben nada de ajedrez, sino de deportes como el futbol u otras disciplinas aún menos sutiles, pues caen en todo tipo de engaños y todos felices con la “piñata” del ajedrez. Resultado: los niños viajan más, los organizadores felices y la calidad del desarrollo del ajedrez y de los jugadores de ajedrez infantiles, en franco descenso en comparación con el pasado. En México, los muchachos de 18 años ahora tienen los logros que alcanzaban los muchachos de 15 en décadas pasadas, mientras que en el resto del mundo es lo contrario, ahora los grandes maestros de menos de 18 abundan, cuando antes eran la excepción. Lo que si ha avanzado son los números: en 1980 los menores de 20 años que viajaban a competir al extranjero eran entre 3 a 5, ahora son entre 60 y 80. ¡Tremendo avance! Pero los mejores jugadores de 1990 son casi los mismos que ahora, con unos diez nombres nuevos cuando mucho. En veinte años de diferencia. Solo falta que el equipo olímpico de Ajedrez de México que en 1974 tenía un promedio de edad de 23 años y en 2008 era de 35 años, ahora tenga 37 años de edad promedio. Con los jugadores mas fuertes como Gilberto Hernandez, Juan Carlos Gonzalez, Espinosa, Roberto Martín del Campo rebasan ya la cuarentena, dependerá que Sanchez, Capo, León Hoyos, Ibarra o Tapie clasifiquen, para que con sus menos de 20 años bajen el promedio sensiblemente. El selectivo convoca a jugadores de más de 2200 nada más, pero debieron añadir que no tengan más de 30 años de edad, pero si hacen eso, solo unos cuantos podrían participar y más de 20 estados de la República no tendrían representación. Así que una buena cantidad de jugadores de la casi tercera edad, rondando la cincuentena, podríamos ser la mayoría en el evento. Recuerdo que en 1966 se dio el caso de un jugador de más de 65 años se integró al equipo mexicano que en ese año fue de selección de “dedazo”, con el Coronel Araiza, aquel que en 1930 compitiese en San Remo con Alekhine. En 2008 el capitán era mucho mayor de 80 años. Seguramente el equipo olímpico de Ajedrez rebasará por más de 10 años el promedio de edad de cualquier otra representación deportiva del país. No por nada algunos creen que el ajedrez es juego de viejitos.