20 mar 2007

Una Alternativa al Nacional Abierto en Semana Santa.


El Campeonato Nacional Abierto que tradicionalmente se realiza en Semana Santa llega a su edición LIV, (aunque debido a una contabilidad más basada en la historia política del ajedrez mexicano que en la verdaderamente cronológica le ponen LII, aunque en pasados artículos ya me referí a eso e incluso enumeré los ganadores de los primeros campeones nacionales abierto comenzando con el Ing. Roberto Treviño y siguiendo con el Ing. Reza Delón), y ha dejado de ser el único evento realmente nacional, pasando a ser prácticamente uno más de los torneos importantes del circuito mexicano. Este año podemos hablar de varios con mayores premios y atractivos, además de ser más “prácticos”. Anteriormente el Nacional Abierto era una manera de clasificarse al Nacional Cerrado; era la posibilidad de que los niños ganasen lugares para competir en torneos infantiles y juveniles en el extranjero y era la manera de que los jugadores de diversas entidades de la República compararan fuerzas. Ya ninguna de estas funciones se cumple. También fue el momento en que se encontraban los jugadores de todo México y se discutía la manera de desarrollar el ajedrez mexicano, ponerse de acuerdo en reglamentaciones y cuotas. Esto también ya pasó a la historia.
El evento fue creciendo e incluso se volvió el momento en que la Federación acopiaba cuotas y recursos, pues el evento era casi patrocinado y el monto de las inscripciones iba para el “arca” de la Federación (previo impuesto “federativo”), siendo la “piñata” del ajedrez mexicano. Después de ser un evento en que en 1968 atraía a 150 jugadores, ya para 1975 se rebasaban los 1000 jugadores. Era un verdadero negocio y muchas asociaciones se lo disputaban. Posteriormente surgieron otro tipo de competencias en que los objetivos del Nacional Abierto se cumplían de otra manera. Surgieron las llamadas Olimpíadas Nacionales y los niños y jóvenes obtenían sus viajes al extranjero por esa via. El Nacional Cerrado sufrió todo tipo de modificaciones y en ocasiones sólo uno o dos lugares se daban en el Nacional Abierto para competir en el Cerrado. Torneos como el “Carlos Torre in Memoriam” y el “Internacional Abierto de Morelia” y varios Abiertos en el Distrito Federal se volvieron más atractivos que el Nacional Abierto y abrían más posibilidades de que jugadores de diversas entidades compitieran. Los directivos de Asociaciones ya no quisieron reunirse en público y quisieron lavar su ropa sucia lo más privadamente posible. Entonces el Nacional Abierto fue perdiendo su esencia e incluso, a veces, su nombre. Ya no tiene el imán de antes y en cambio ha aumentado mucho el gasto que se requiere para participar. Las Asociaciones de diversas entidades organizan caravanas turísticas con niños y papás para pastorear muchos jugadores poco frecuentadores de torneos y así amortiguar el hecho de que muchos jugadores realmente activos han ido desdeñando participar en el Nacional Abierto y prefieren jugar en Morelia en Febrero y a fines de Abril en el “Gran Torneo” en el D.F., para luego jugar en los torneos alrededor del Mundial de 2007 y el “Carlos Torre”. Sigue siendo buen negocio el turismo deportivo, pero poco a poco los papás de los niños y los jugadores más experimentados se van dando cuenta que el Nacional Abierto es un torneo más y que es muy costoso. Muchas rondas significan muchos días y mucho costo en hotel. Inscripciones elevadas, muchos jugadores en espacios no adecuados, tableros apretujados, organizaciones rebasadas, etc.; hacen de este torneo a veces un espectáculo desagradable. Prefiere uno torneos mejor organizados y menos aparatosos.
En años recientes ya he dejado de participar por esas razones y utilizar mis muy escasos fondos en participar en torneos más agradables. Antes no había muchas alternativas, pero ahora hay muchísimas. Los Nacionales Abiertos se alejaron de los modelos exitosos de los grandes torneos sistema suizo de los Estados Unidos tanto en organización como en premiación, distribución y desempates, que han dejado de mantener niveles de calidad y ahora resulta incluso más económico ir a participar en un torneo en California o Texas. Esa costumbre mexicana exclusiva de no repartir los premios de manera igual entre los que hacen los mismos puntos y poner al primer lugar el doble que al segundo, fomenta que sólo a uno o dos jugadores convenga jugar los torneos. Si un evento tiene 60 000 pesos en premios, la mitad de los fondos se va al primer lugar, supuestamente para atraer a un Gran Maestro, que además se le pagan los gastos. No me queda muy claro si eso hace que entren más jugadores, que a la larga son los que pagan los premios. Lo curioso es que la mayor cantidad de participantes de un Nacional Abierto no son de la sección en donde dicho Gran Maestro compite, sino en las categorías de pastoreo. Como hay muy diversas situaciones sobre la manera en que diversos participantes reúnen fondos para viajar a esos eventos y varían mucho los móviles y estilos de gestión, así como hay una gran variedad de maneras en que algunos lo convierten en su “piñata” particular; se requerirían muchos artículos para relatar lo que he visto y experimentado mientras participaba en Nacionales Abiertos desde 1968. Pasa de todo. No hace mucho observe como una señora, madre de una niña ajedrecista, al parecer prometedora, “arreglaba” unas tablas con un Maestro FIDE para que su hija clasificara a un evento superior. En la URSS se decía que cada vez que un jugador viajaba a un torneo juvenil en el extranjero se podía oler y rastrear la corrupción. Para variar, el peor obstáculo para el verdadero desarrollo de un jugador prometedor, es la ansiedad de sus padres y sus maneras de “ayudarlo” más allá de su talento y esfuerzo.
Pero, muchos lectores dirán: “Está bien, quizás no sea jugar el Nacional Abierto la mejor manera de pasar ajedrecísticamente para mis hijos las vacaciones, ¿Pero hay otras opciones?”. Bueno, si usted vive a más de 10 horas de autobús del Nacional Abierto, debiera buscar otra opción. El evento, con inscripciones, digamos de unos $500.00, hoteles promedio de $300 diarios (por supuesto los organizadores venden la idea de que vaya a uno de $450 diarios, lo cual no es práctico para eventos largos y abundan buenos hoteles baratos), ya para jugar lleva $2600 más o menos, luego transportes, que normalmente algunos Institutos del Deporte Estatal dan gratis, pero algunos directivos de Asociaciones venden pasajes para fondear la Asociación, pero que puede significar, si vive a 10 horas del evento, otros $1000.00, ya llevamos $3600.00, mas comidas, unos $100.00 diarios, para no hacerle al fakir, ya son unos $4700.00, lo que podemos redondear en al menos $5000.00. Bueno, por esa cantidad, puedo viajar a un torneo abierto Internacional a Cuba o a Estados Unidos. La clave del costo alto es la cantidad de días, siete días de hospedaje y comida es lo caro. Un torneo como el de Morelia, era de la mitad de costo en ese aspecto. Torneos suizos de 9 rondas son necesariamente muy costosos y sólo adecuados para jugadores de primera fuerza que juegan o planean jugar a nivel muy serio, semi profesional, el ajedrez.
Pero en muchas entidades no hay otra manera de jugar torneos grandes que el Nacional Abierto. Eso es muy cierto, y por ello el Nacional Abierto debería cambiar su esquema para realizarlo en no más de cuatro días y tres noches.
De nuevo los modelos exitosos de los torneos suizos de Estados Unidos pudieran funcionar. Hay torneos con doble manera de participar. 9 rondas en siete días y 9 rondas en cuatro días. ¿Cómo? El sistema lo llaman, “hombre de negocios ocupado·”, yo diría, sistema corto para quienes no pueden tomarse vacaciones largas o no pueden pagar muchos días de hotel.
Al Físico Alejandro Preve le propuse para el Carlos Torre in Memoriam copiar ese sistema norteamericano para lograr que más mexicanos jueguen el “Carlos Torre”, ya que poco a poco va bajando el número de participantes mexicanos e incluso los yucatecos también participan en menor número año con año.
La idea es que unos, los que quieran, juegan 9 rondas en siete días, como es el calendario actual. Pero otros se incorporan a la 5ª. Ronda al calendario normal, pero no por medio de “byes” que les imposibilita tener oportunidades de lograr un premio, si no tras jugar 4 rondas de una hora en un día y con los puntos que obtengan, juntarse al pareo normal y jugar las cinco rondas restantes (la 5, la 6, la 7, la 8 y la 9) a ritmo normal. La diferencia es pagar tres noches en lugar de 7. Lo que significa bajar los gastos de estancia a la mitad. También da la posibilidad de que si uno, después de cuatro rondas va muy mal, se reinscriba al torneo y juegue de nuevo esas cuatro partidas de una hora y se reincorpore al torneo para la quinta ronda con mejor puntuación. Si uno llevaba 1 de cuatro, a lo mejor se reincorpora con 3.5 de cuatro y logra el derecho de enfrentar a los jugadores fuertes y estar de nuevo en la lucha por los premios. Esto se ha probado en Estados Unidos y ha sido exitoso. En un año un torneo que adoptó ese sistema duplicó su inscripción en comparación al año anterior, (paso de 230 a 490 participantes), y tras correr el riesgo de morir como evento tradicional, ha sobrevivido ya seis ediciones con creciente número de participantes.
Otro aspecto es el problema organizativo en algunas localidades para hallar salones adecuados donde puedan jugar más de 500 jugadores juntos; máxime que es aventurado “alquilar” salones grandes ante la incertidumbre del número de participantes, pues si se alquila un salón para 700 jugadores y llegan sólo 350 inscripciones pagadas, se puede ir a la “quiebra” el evento.
Aquí es muy difícil sugerir algo, ya que lo más habitual es que haya espacios gubernamentales baratos pero con cabida para 300 jugadores en la mayoría de las poblaciones del país. Puede ser que la única solución es limitar el crecimiento y “partir”· el Nacional Abierto, con sedes de acuerdo a las categorías. Pero dado que una clientela muy importante son las familias, en que uno juega en Primera, otros en “Senior” uno más en infantiles, la cosa es problemática hasta en el caso de diferentes edificios en una misma ciudad. Como las caravanas turisticas es una buena fuente de ingresos de Asociaciones, o cuando menos una buena oportunidad de repartir “favores” con fines políticos, las caravanas tienden a aumentar año con año, lo que no está del todo mal, ya que el ajedrez se vuelve motivo de turismo familiar. La única opción es dividir el torneo en diversas sedes dentro de una misma ciudad y juntar los calendarios y que solo la primera sea de nueve rondas, como hasta ahora, pero con la opción mencionada y así nadie tenga que pasar tantas noches en una sede. Así de $5000.00 de gastos, podríamos bajar a $3000.00 cuando menos. Eso significaría un aumento de un 40% de participación y un mejor “negocio” para organizadores, aquellos que siempre lloran de que pierden dinero, pero se aterran si alguien les quiere quitar el control de realizar el evento que es una carga, según ellos.
Ahora, el jugar el Nacional Abierto es muy bueno para el ajedrecista “llanero”, o para el profesional “trashumante”, pero para el juvenil serio, que aspira algún día a jugar a nivel de Gran Maestro, no es la mejor opción de pasar las vacaciones de Semana Santa. De eso hablaré en el siguiente artículo.